jueves, 15 de septiembre de 2011

Himno Castillo Fuerte


Una de las cosas que habían estado fuera del alcance del pueblo desde el siglo VI era el cántico congregacional. Para Lutero cada creyente era un sacerdote con pleno acceso a la presencia de Dios, y capaz por ende de ofrecer cánticos y oraciones directamente a su Señor. Procuró poner algunos salmos en un lenguaje que fuera de fácil comprensión para los creyentes cantar. Era una forma de mantener viva la Palabra en el corazón de los hermanos. Lutero llegó a expresar: “El diablo aborrece la música porque no puede soportar la alegría. Satanás puede sonreír, pero no puede reír; puede mostrar una risa de desprecio, pero no puede cantar.”

“A Lutero pertenece el extraordinario mérito de haber dado la Biblia al pueblo alemán en su propio idioma (una obra maestra de traducción), el catecismo y el himnario, de modo que Dios pudiera hablarles directamente en su Palabra, y ellos pudieran responderle directamente con sus canciones” (Philip Schaff).

Su himno mejor conocido es Castillo Fuerte, una paráfrasis del Salmo 46, llamado “la Marsellesa de la Reforma”.

¿Cuánto fue escrito? “Probablemente Martín Lutero lo escribió para el tiempo cuando los líderes evangélicos estaban entregando su protesta contra el ataque hacia sus libertades en la Dieta de Speyer. E incidentalmente, el significado de la palabra protestante se derivó sin dudas de ese encuentro en el que estos líderes entregaron su protesta” (William & Ardythe Petersen, The Complete Book of Hymns, p. 370). Querían mantenerse inconmovibles de la postura de servir a Dios conforme a su Palabra y no conforme a las tradiciones de los hombres, y con tanta oposición, esto sólo podía llevarse a cabo amparados bajo la sombra del Omnipotente.

Recibió muchas amenazas y libró intensas batallas espirituales por la causa de Jesucristo. Y para esto, su amparo no fue ningún otro que el Castillo Fuerte de su Dios.

“El eterno Dios es tu refugio” (Deut. 33:27).
“Jehová es mi roca y mi fortaleza, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo, y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio; Salvador mío; de violencia me libraste” (2 Sam. 22:2-3).
“Éstos confían en carros, y aquéllos en caballos; mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria (Sal. 20:7).
“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza” (Sal. 46:1-3).

“La verdad es que el genio de este hombre, con la ayuda de Dios, había forjado una nueva y poderosa arma de la Fe, y las conquistas obtenidas por ella fueron incalculables. Grandes masas de personas, con los himnos y las melodías de Lutero en sus labios, se introdujeron por medio del canto en el creo de la reforma prostestante” (Elsie Houghton, Classic Christian Hymn-Writers, p.29).

Sin lugar a dudas, Martín Lutero hizo una contribución formidable para volver a colocar el cántico congregacional en su justo lugar en la adoración. Muchos otros siguieron luego sus pasos, inspirados en la obra de este gran reformador. ¡Gracias, Señor, por el aporte que tu siervo Lutero hizo a tu pueblo!

Por Salvador Gomez Dickson

viernes, 22 de abril de 2011

Iesus Nazarenus Rex Iodorum


En primer lugar, tal y como describen los Evangelios, los reos de muerte eran flagelados. Los romanos utilizaban tres grados de dureza en la flagelación con látigo, así, la más dura era para los reos de muerte. Luego le cargaban el travesaño a la espalda y le hacían llevarlo hasta el lugar de la ejecución, donde el madero vertical estaba clavado de manera fija, esperando a su víctima. El hombre era tendido en el suelo boca arriba y sus brazos clavados al travesaño (no podían clavarles las palmas de las manos porque el peso desgarraría la carne fácilmente, por eso se clavaban los brazos del reo por debajo de las muñecas, entre los dos huesos del antebrazo: el cúbito y el radio). Entonces se subía el travesaño y se fijaba al madero vertical. El reo estaba de pie y podía apoyarse en un listón de madera que servía de asiento. Le subían las piernas y le clavaban los talones al madero. El examen de los clavos ha demostrado que el clavo atravesaba antes un trozo de madera de acacia o almendro para fijarse mejor. En este caso concreto, el clavo se había fijado a los huesos de los talones de tal modo que para descolgar al reo tuvieron que cortarle uno de los pies. Todo el peso del cuerpo quedaba colgado de los brazos, por lo que el cuerpo tiraba hacia abajo y los clavos iban desgarrando la carne de los antebrazos hasta que los huesos de las muñecas frenaban el descenso y el hombre comenzaba una agonía que podía durar horas y horas hasta que fallecía por asfixia entre horribles sufrimientos. Por encima de su cabeza se clavaba un cartel donde se daba cuenta de los crímenes cometidos por el reo. En el caso de Jesús el cartel decía en latín: Iesus Nazarenus Rex Iodorum: Jesús de Nazaret Rey de los Judíos, cuya conocida abreviatura es INRI.

Como medida de gracia, los soldados que llevaban a cabo esta espantosa ceremonia, podían partirle las piernas a golpes para acelerar su muerte, tal y como demuestra el examen médico de estos huesos donde el ángulo de la fractura es clave para determinar la postura exacta del reo en la cruz. Los huesos de Giv´at ha-Mitvar, que probablemente pertenezcan a un zelote que combatió a los romanos nos muestran heridas atroces que testimonian el completo desprecio por la vida que reinaba entonces y aún ahora en muchas naciones.



Por Historialago

miércoles, 30 de marzo de 2011

CARTA A UN TESTIGO DE JEHOVÁ



Querido amigo que profesas ser Testigo de Jehová:

Gracias por pasar a distribuir tu literatura. En estos días en que se vive sin Dios, mucha gente cierra la puerta, para no oír sobre el tema. Pero me alegro de haberte conocido, y de que vinieras por aquí. Estoy interesado en las cosas espirituales, y en compartir las verdades bíblicas con otros.

¿Puedo compartir contigo, algunos aspectos importantes, que tienen que ver con la Biblia? Teniéndolos escritos, podrás considerarlos detenidamente, y confío que también objetivamente.

Es encomiable vuestro interés por las cosas de Dios, y vuestra ética frente a un mundo inmoral. También tú y yo, tenemos varias cosas en común. Comparto contigo la inquietud por la creciente apostasía dentro del cristianismo; al igual que vuestro rechazo de la teoría de la evolución.

Más bien que discutir sobre diferentes enseñanzas, me gustaría sugerir que quizá el asunto más importante sobre el cual se puede hablar es Cristo. Tú y yo creemos que Jesucristo fue un hombre perfecto, y que él es una persona diferente de Dios el Padre. De todos modos, vosotros enseñáis que antes de su vida terrena, Cristo era una criatura celestial. Y que esta criatura era el arcángel “Miguel”, el cual fue creado por Dios, y al bautizarse se convirtió en el Mesías. Según la bien conocida publicación de los Testigos de Jehová “Sea Dios veraz” (pag.33), Jesús es alguien poderoso, aunque no tan poderoso como lo es Jehová Dios.

Según Juan 1:1, en vuestra traducción, la “Traducción del Nuevo Mundo”, Cristo es un “dios”, pero no “el Dios”. En otras palabras, vosotros enseñáis que Cristo estuvo, está y estará por siempre por debajo de Jehová. También decís que Cristo y Jehová no son iguales o coiguales (La Atalaya, a 15 de Abril de 1957).

¿Apoya la Biblia estas afirmaciones, o acaso enseña que Cristo es Dios? Esta es una cuestión extremadamente importante, y por ello, me gustaría exponer los siguientes puntos para que los consideres con cuidado y meditación, y en oración delante de Dios, fuera de prejuicios humanos.

1. Varios versículos bíblicos específicamente afirman la Deidad de Cristo. En Mateo 1:23, Cristo es llamado “EMANUEL”, que significa: “DIOS CON NOSOTROS”. Cuando Tomás tocó las heridas del Señor resucitado, exclamó: “Mi Señor y mi Dios” (Juan 20:28). No hay base alguna para decir como dicen algunos Testigos de Jehová, que Tomás, se estaba refiriendo a Cristo cuando dijo “Mi Señor”, pero que cuando estaba diciendo “Mi Dios”, se refería a Dios el Padre. Lo evidente es que Tomás llamó ambas cosas, “su Señor y su Dios”, y que ¡Cristo no le corrigió la afirmación!

Colosenses 2:9 claramente confirma la Deidad de Cristo, cuando afirma que en Él, “mora corporalmente toda la plenitud de la cualidad divina” (Traducción del Nuevo Mundo).

Esteban llamó a Jesús “Señor” (Hechos 7:59,60), y nosotros tenemos que confesar a Jesús, como Señor (Rom.10:9; 1 Cor.12:3). “Señor”, en estos versículos es “KURIOS”, que es la palabra griego para Jehová en la versión griega del Antiguo Testamento. ¿No es bastante evidente en todo esto que Cristo el Señor (Kurios) es Jehová Dios?

2. Varios versículos muestran que el Cristo del Nuevo Testamento es el Jehová del A.T. Por ejemplo, Isaías escribió acerca de Jehová en Is.6:1-10; y Juan en Jn.12:31-42 dice que Isaías vio la gloria de Jesús, y habló de Él.

En Ex.34:14 está claro que no hemos de adorar a persona alguna excepto a Jehová. Pero en Hebreos 1:6, los ángeles adoran a Cristo. En Is.44:6 Jehová es llamado “el primero y el “último”; pero en Revelación 22:13 Cristo es llamado el primero y el último. Dado que no puede haber dos primeros, ni dos últimos, ¿no está claro que Jehová y Cristo, deben ambos ser Dios? Esto muestra que Jehová, no se usa solo en relación a Dios el Padre, sino también con respecto a Dios el Hijo. Aunque son personas distintas, ambos son llamados “Jehová”, porque ambos poseen Deidad.

3. Los atributos de Cristo, prueban que Él es Dios. Jesucristo conoce todas las cosas (Jn.1:48; 2:25; 6:64; 16:30; 21:17). Él es eterno (Miq.5:2). Es Todopoderoso (Mat.28:18; Heb.1:3). Es sin pecado (Jn.8:46). También es inmutable (Heb.13:8). Dado que solo Dios posee estos atributos esto indica sin lugar a dudas que Cristo es Dios.

4. Determinadas obras de Cristo muestran que Él es Dios. Jesucristo tiene poder para perdonar los pecados (Mr.2:5-7; Ef.1:7). Controla la naturaleza (Mat.8:26). Da vida eterna (Jn.10:28; 17:2), y juzga al mundo (Jn.5:22,27). Es el Creador de todas las cosas (Jn.1:3; Col.1:15-17; Cristo no fue un mero ayudante como argumentáis – según Is.44:24 y Job 9:8, solo Dios creó todas las cosas sin ayuda de nadie). Si pues solo Dios puede hacer estas cosas, ¿no se sigue entonces que Cristo es Dios?

5. Cristo recibió adoración. Cristo es adorado por los ángeles (Heb.1:6), y por el hombre (Mat.14:33); y, sin embargo, solo Jehová debe ser adorado (Ex.34:14). Cristo mismo dijo que solo a Dios se debía adorar (Mat.4:10) y, sin embargo, Él mismo aceptó la adoración.

Si Cristo en su estado de preexistencia fuese el arcángel Miguel, ¿cómo podría Él, haber recibido adoración, dado que a los ángeles no les es permitido ser adorados (Rev.19:10; 22:8,9)? Si Cristo no fuese Dios, entonces la adoración hacia Él, sería idolatría. Pero, ¿qué hay acerca de Jn.1:1? Vosotros decís: “Cristo la Palabra, es un dios, según Juan 1:1, en la traducción vuestra del Nuevo Mundo”. Vuestros traductores dicen que la d minúscula (dios, y no Dios) es la correcta, porque la palabra griega para Dios (ZEOS) no está precedida por un artículo definido, “el” (JO).

Estáis en lo cierto al decir que en Jn.1:1, la palabra griega para Dios no está precedida por un artículo definido. Sin embargo, eruditos del griego de primera talla, están de acuerdo, en que ello no significa que dicha palabra deba traducirse dios con minúscula. El artículo definido o determinado, se omite a causa de una determinada regla técnica en la gramática griega: “Un predicado nominativo definido que precede al verbo, no lleva artículo definido”. El orden de las palabras griegas en la última cláusula de Juan 1:1 es “Dios era La Palabra” (ZEOS EN JO LOGOS).

El sujeto de la frase es “La Palabra”, el verbo es “era” o “estaba”, y el predicado nominal es “Dios”. Usualmente el predicado nominal sigue al verbo pero en este caso lo precede; y dado que precede al verbo, no necesita artículo definido.

Cuando un escritor griego quería acentuar la cualidad de la persona o cosa que estaba en el caso del predicado nominal, ponía dicha cualidad delante del verbo y no después de éste. Esto es exactamente lo que Juan hizo para acentuar el hecho de que La Palabra (Cristo) posee las cualidades de la Deidad. Este principio básico de la gramática griega, por tanto, corrobora la Deidad de Cristo, y no da lugar a que se pueda traducir de otro modo. Así pues, no es correcta la Traducción del Nuevo Mundo, que dice: “El verbo era un dios”. Lo que Juan intentaba decir era básicamente esto: “La Palabra era plenamente Dios”.

También me gustaría señalar que vuestra traducción del Nuevo Mundo no sigue siempre la regla de poner d minúscula cuando falta el artículo determinado. Por ejemplo, en Juan 1:6,12,13, la palabra “Dios” no tiene el artículo en el griego, pero tiene una D mayúscula en vuestra traducción. Es correcto usar la mayúscula en esos versículos pero es inconsistente con la traducción del Nuevo Mundo en Juan 1:1, donde por la misma lógica y correcta gramática, debería por igual escribirse “Dios”, con mayúscula.

Puede que también estés interesado en notar que en Juan 13:3, la palabra Dios, ocurre dos veces, y cada vez con D mayúscula. Pero en el griego, la primera vez que aparece esta palabra no lleva el artículo definido y, sin embargo, la segunda vez que aparece, sí lo lleva. Dado que ambas obviamente se refieren a la misma persona (Dios el Padre), sería de nuevo erróneo asumir que la mencionada regla de la d minúscula, en ausencia del artículo definido, tenga validez alguna dentro de la gramática griega.

Otra observación es que sin el artículo, ZEOS, significa esencia divina, mientras que con el artículo, ZEOS, significa personalidad divina (ver Dana y Mantely; un manual de gramática griega del N.T. pág. 139). También ZEOS es un nombre definido y, por tanto, no puede llevar un artículo indefinido como es “un”.

Es importante tener en cuenta que cuando Juan 1:1 afirma que “El Verbo era Dios”, ello no significa que Jesús “es Dios el Padre”, ni que Jesús “es la Trinidad”. El folleto de los Testigos de Jehová llamado “El Verbo, ¿Quién es según Juan?” (pág.6), trata de sugerir de un modo erróneo que esto es, lo que quiere decir los no Testigos de Jehová cuando traducen “La Palabra era Dios”. ¡Pero no es así en absoluto! Como ya se ha mostrado, esta cláusula acentúa la cualidad divina de la Palabra. Juan nos está diciendo que en el principio la Palabra existía, que estaba con Dios el Padre, y que poseía plena Deidad.

También deberías saber que existen versículos que se refieren claramente a Cristo donde la palabra “Dios” tiene el artículo definido “el” (en griego JÓ), mostrando así, que Cristo es “el Dios”, que es “Jehová” (Mat.1:23; aquí se afirma que Cristo es “Emanuel”, que en griego se traduce como “Dios con nosotros”. Jesús es, por tanto, Jehová Dios).

Decís que Cristo es “un dios” según la traducción del Nuevo Mundo en Juan 1:1 (uno que fue creado por Jehová). ¿Cómo podría Cristo ser “un dios”, cuando en Isaías 43:10 Jehová dice que no hay Dios antes que él, o después de él? Ningún dios sería jamás creado por Jehová, porque como él mismo afirmó: “Antes de mí no fue formado Dios alguno, y después de mí, continuó sin que lo hubiese” (Traducción del Nuevo Mundo).

Juan 1:1 afirma que la Palabra (Cristo) estaba con Dios; sin embargo, en Deuteronomio 32:39 Jehová afirma: “y no hay dioses junto conmigo” (T.N.M.). Si Cristo no es Dios, sino “un dios”, entonces Deuteronomio 32:39 se contradice.

Estoy seguro que sabes bien que en Isaías 9:6 se llama a Cristo “El Dios Poderoso”. Sin duda tú, al igual que otros Testigos de Jehová, tenéis preparada una respuesta para este versículo. Vosotros explicáis que Cristo es “el dios Poderoso”, pero no el “Todopoderoso”. Sin embargo, en Jeremías 32:18, se muestra que Jehová es el “Poderoso” (ver también Is.10:21). Por tanto, dado que Cristo es Poderoso Dios (Is.9:6), y Jehová, es el Poderoso Dios (Jer.32:18), ambos son Dios; ambos poseen plena Deidad. Si esto no fuese así habría una contradicción con Is.44:8 donde se nos dice que Jehová no conoce a ningún Fuerte o Poderoso, que no hay ninguno. De hecho, la palabra DIOS, en hebreo, el Dios que ya aparece revelado en Génesis 1:1, significa el Dios Fuerte.

¿Qué hay acerca de Colosenses 1:15-17? Los Testigos de Jehová dice que este pasaje apoya la idea de que Cristo fue creado por Jehová (ejemplo, “sea Dios veraz”, pág.35). Esto se basa principalmente en las palabras: “El primogénito de toda la creación”, según el versículo 15. De cualquier manera, si este versículo estuviera enseñando que Jesucristo es el primer ser creado hecho por Jehová, la palabra “Primer-creado” habría sido usada refiriéndose a Cristo, y no la palabra “Primogénito”. Estas son dos palabras diferentes en el griego, con dos significados diferentes. “Primer-creado”, es “PROTOKTISTOS”, y “Primogénito” es “PROTOTOKOS”.

Colosenses 1:15 no usa la palabra “Protoktistos” (Primer-creado), sino que usa “Prototokos” (Primogénito). Esta última palabra, significa “un Heredero”, alguien que es único, el primero en Rango. La enseñanza de Colosenses 1:15, entonces, es que Cristo es el primero en Rango, por encima de toda la creación. Él es el Heredero de todas las cosas; él es anterior a toda creación y superior a ella como Señor.

Vuestra traducción del Nuevo Mundo, añade la palabra “otras” cuatro veces en Col.1:15?17, de modo que el pasaje afirma que Cristo creó “todas las otras cosas”, que supone todas las cosas excepto a él mismo. Sin embargo, no hay base alguna para añadir la palabra “otras”; esto no existe en los manuscritos griegos. Los traductores del Nuevo Mundo admiten esto, poniendo la palabra “otras” entre paréntesis. Obviamente, esto se ha hecho para que encaje con el supuesto de que “Primer-nacido”, significa “Primer-creado”. Pero como hemos visto, este no es el significado de “Primer-nacido”, y por tanto también es erróneo añadir la palabra “otras”. ¡No hay ni un solo versículo en toda la Biblia que afirma que Cristo fuese creado por Jehová!

Algunos podrían cuestionarse acerca de Revelación 3:14. Este pasaje, erróneamente traducido en la versión del Nuevo Mundo: “El principio de la Creación de Dios”, debería traducirse como “La fuente (u origen) de la Creación de Dios”. La palabra griega para fuente u origen, es ARCHE. Esto concuerda con las afirmaciones en Colosenses 1:16, y Juan 1:3, que dicen que todas las cosas fueron hechas por, o tuvieron su fuente u origen en Jesucristo. También puede significar “autoridad” o “magistrado” (ver Lc.12:11 donde la palabra es ARCHE es traducida “magistrado” o “autoridad” o “gobernante” (Lc.12.11; Hech.16:17; Tit.3:1) y Cristo es la Autoridad Creadora Si, pues, todas las cosas fueron hechas por Jesucristo (Juan 1:3), y todas las cosas fueron hechas por Jehová (Heb.3:4), ambas personas poseyendo este poder Omnipotente creativo, son Dios, con Deidad plena.

¿Qué hay acerca de Filipenses 2:6? La traducción del Nuevo Mundo, dice que Cristo no existía como igual con Dios, y que ni siquiera pretendía serlo: “Quien aunque existía en la forma de Dios, no dio consideración a un arrebatamiento, a saber, que debiera ser igual a Dios”. Esta es una pobre traducción del griego. La versión (por cierta una entre muchas) Phillips, da una mucho mejor traducción del griego: “Él, quien siempre había sido Dios por naturaleza, no se aferró a sus prerrogativas como igual a Dios”. La versión americana New Standard, dice así: “Quien aunque existía en la forma de Dios, no consideró su igualdad con Dios, como algo a lo que debiera aferrarse”. La Biblia Viviente, pone el significado en estas palabras: “Quien aunque era Dios, no demandó ni se ciñó a sus derechos como Dios”.

Es importante recordar que Filipenses 2:5-8 está disertando sobre la Encarnación de Cristo, el hecho de haber abandonado su gloria en el cielo, y el haber venido a la tierra. Al establecer que él no se aferró a sus prerrogativas y derechos como Dios, Filipenses 2:5, está diciendo, que él voluntariamente vino a la tierra. También es importante no pasar por alto la primera parte de este versículo. “Él existía en la forma de Dios”. La palabra “forma” significa atributos esenciales. Dado que Cristo estaba en la forma de Dios, esto es, en posesión de atributos de Deidad, es erróneo pensar que Él no deseaba ser igual a Dios. ¡EL YA ERA (Y ES) DIOS! El apartado de que su ser igual a Dios era algo a lo cual tenía él que aferrarse se excluye por el hecho de que él ya existía en la forma de Dios. Cuando entendemos este pasaje, esto arroja luz sobre pasajes en los cuales Cristo, teniendo una naturaleza humana, aunque también siendo Dios, parece estar limitado. Por ejemplo, “El Padre mayor es que yo” (Juan 14:28; por cierto, este pasaje no dice que Jesús no es Dios, o sea diferente a Dios. En Gen.41:39 dice que Faraón era mayor que José, en oficio, no en naturaleza – la cual era la misma); y otras afirmaciones semejantes.

¿Qué sucede por igual con Juan 10:30? Asumo que tú, al igual que otros Testigos de Jehová, creéis que este versículos: “Yo y el Padre uno somos”, significa que Cristo era uno con Dios el Padre, en propósito y no en naturaleza y esencia. Sin embargo, si eso fuese todo lo que Cristo está diciendo... ¿por qué, pues, querían los judíos apedrearle? Ellos pensaron para sí mismos que su propósito era idéntico al de Dios. El versículo 32 de Juan cap.10 explica que ellos querían apedrearle a causa de su blasfemia... ¡Porque proclamaba ser Dios! La traducción del Nuevo Mundo usa las palabras “un dios”, pero como se explicó antes, ZEOS es un nombre definido, y sin el artículo denota esencia divina.

Como revela Juan 5:18, el hecho de que Cristo llamase a Dios su Padre, significaba para los judíos que él se estaba haciendo a sí mismo igual a Dios. He empleado mucho tiempo hablando sobre la Deidad de Cristo porque este es un punto central de la Escritura. Dios en persona vino a salvar a los hombres de sus pecados. La Biblia enseña que hemos de volvernos a Cristo, lo mismo que a Jehová Dios, para ser salvos. El perdón de pecados viene por:

Reconocer que eres un pecador que necesita de la gracia de Dios (Rom.3:10,23; Jer.17:9; Ecl.7:20; Ef.2:1,2; 1 Jn.1:8).

Dándote cuenta de que Cristo Jesús vino a la tierra con el explícito propósito de morir por los pecadores, tomando su lugar en la cruz en sustitución por ellos (Is.53:6; 1 P.2:24; 3:18), llevando sobre sí mismo el castigo por sus pecados.

Recibir a Jesucristo dentro de tu corazón como tu Salvador (Hech.16:30; Hch.16:31; Jn.1:12; 3:16,36; 5:24; 6:47; Hch.4:12; Rom.10:13).

Cristo vino a hacer algo más que simplemente propiciar, pagar por el pecado de Adán y restaurar “la vida humana perfecta con sus derechos y expectativas terrenas” (Sea Dios Veraz, pág.96). Él vino a perdonar pecados (Ef.1:7); a dar vida eterna (Jn.10:28; 17:2); a justificarnos (declararnos justos) mediante su gracia (Rom.3:24); a morir por nuestros pecados (1 Ped.2:24; 3:18; Rom.5:6,8); a reconciliarnos consigo mismo (quitar la enemistad entre el hombre y Dios) (Rom.5:10); a redimirnos (rescatarnos, comprarnos) del castigo y el poder del pecado (Gal.4:4,5; Ef.1:7), y a hacernos hijos de Dios (Jn.1:12).

El perdón de pecados no se otorga por intentar superar la prueba en la que Adán cayó, o por mantener la “integridad” (tal y como lo afirma La Atalaya, en su publicación del 15 de agosta de 1956). Mediante el intento de mantener la integridad, o mediante las obras de la Ley... “ninguna carne será declarada justa ante Él” (Rom.3:20; Traducción del Nuevo Mundo). ¿Cómo puede pues un hombre pecador aparecer como justo ante los ojos de Dios? Las Escrituras dicen que: “y es como don gratuito que por su bondad inmerecida, se les está declarando justos mediante la liberación por el rescate (pagado) por Cristo Jesús. Dios lo presentó como ofrenda para propiciación por medio de Fe en su sangre” (Traducción del Nuevo Mundo; Rom.3:24,25).

Sobre la base de la Propiciación de Cristo podemos ser perdonados de todos nuestros pecados y ser declarados Justos en Cristo. “Por medio de Él, tenemos la liberación por rescate, mediante la sangre de ése, sí, el perdón de nuestras ofensas, según las riquezas de su bondad inmerecida” (Traducción del Nuevo Mundo; Ef.1:7).

Sé sincero y hazte esta pregunta: ¿Tienes vida eterna? ¿Sabes que tienes vida eterna?

“Muy verdaderamente les digo: El que cree tiene vida eterna” (Jn.6:49, Traducción del Nuevo Mundo; por cierto, en griego dice “El que cree en mí tiene vida eterna”. Y en Jn.5:13 dice: “Les escribo estas cosas para que sepan que tienen vida eterna, ustedes los que ponen su fe en el nombre del Hijo de Dios” (T.N.M.). Si uno cree, tiene (presente) vida eterna; y las Escrituras se han escrito para que creyendo, sepamos que tenemos (presente) vida eterna. En otras palabras, si lo que te enseñan a creer en la Sociedad de la Atalaya no da como resultado que hoy puedas decir que tienes vida eterna en Cristo, y sabes que tienes esa vida eterna, te están enseñando algo que no es bíblico. ¿Y sabes la razón? Según 1 Jn.5:20, porque no estás en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. “Este (es decir, el Hijo) es el verdadero Dios, y la vida eterna”, y según 1 Jn.1:2 Jesucristo es la vida eterna”.

Tú puedes tener perdón de tus pecados y ser perfectamente Justo a los ojos de Dios, aceptando la Propiciación de Cristo, su obra por ti, y así ser tu sustituto en la Cruz del Calvario y, por tanto, el perdón viene al aceptarle como tu Salvador personal. Aunque eres un pecador que ha sido apartado de la Gloria de Dios (Rom.3:23), puedes ser perdonado de tus pecados y ser declarado Justo en Cristo, poniendo tu Fe (Confianza) en Él. Millones quienes han hecho esto a través de los siglos han experimentado un cambio milagroso en su corazón y en su vida, tal y como Él lo prometió; ¿Volverás a Cristo ahora, pidiéndole que perdone tus pecados, y sea tu Salvador?

Escrito por Angel Alvarez
Iglesia Cristiana Presbiteriana

sábado, 5 de marzo de 2011

Fragmento de "La Verdadera Esencia del Avivamiento"


¿No es cierto que la conversación de muchos profesores de Biblia nos hace dudar del fruto de su piedad, o al menos nos impulsa a orar para que su piedad sea avivada? ¿Han notado la conversación de muchos que se llaman a sí mismos Cristianos? Podríamos vivir con ellos desde el primero de enero hasta el final de diciembre, y nunca tendríamos queja de que hablan mucho de religión, porque ni siquiera la mencionan. Escasamente mencionan el nombre del Señor. En la tarde del día del Señor se habla de sobre de los ministros de la iglesia, se les encuentran faltas tanto a este como a aquel, y se hacen toda clase de conversaciones, que podrían llamarse “religiosas”, porque tienen que ver con lugares religiosos. Pero ¿hablan alguna vez los que van a las iglesias, de lo que se dijo y se hizo, y de lo que el ministro sufre por el rebaño? ¿Recibe usted alguna vez el saludo de su hermano que le dice: “Amigo, ¿cómo prospera tu alma?" Cuando entramos en la casa de nuestros hermanos, ¿tenemos el interés principal de hablar de la verdad de Dios? ¿Piensan que Dios se asomará desde el Cielo para escuchar la conversación de su iglesia, como está escrito que “El Señor se inclinó y oyó, y fue escrito un libro en memoria para aquellos que temen a Jehová y que meditan en su nombre?" Yo declaro solemnemente, porque lo he observado detenidamente, y creo que imparcialmente, que la conversación de los Cristianos, aunque no se puede tachar de inmoral, sí se puede tachar por su calidad de Cristianismo. Hablamos muy poco de nuestro Señor y Dueño. La palabra “sectarios” ha calado tanto en medio nuestro, que no podemos mencionar a Cristo, para no ser tachados de sectarios. Yo soy un sectario entonces, y espero serlo hasta el día que muera, y me glorío en ello; porque no puedo entender cómo, en nuestros días, un hombre puede ser un Cristiano, verdadera y sinceramente, sin siquiera intentar merecer para sí mismo este título. ¿Por qué no hablamos de esta doctrina? Porque es posible que otros no crean así, o aún nieguen estas verdades; y preferimos la comodidad de conversaciones en las cuales todos estamos de acuerdo, y estos tópicos serán pues cosas mundanas y no espirituales. ¿No es esto cierto? ¿Y no es un triste pecado de nuestra parte, que tengamos que estar orando: “Señor, aviva tu obra en mi alma, para que mi conversación sea más semejante a la de Cristo, sazonada con sal, y dirigida por el Espíritu Santo”?

C.H.Spurgeon

lunes, 31 de enero de 2011

¿LOS DONES SON OTORGADOS O CULTIVADOS?


¿Los dones espirituales son otorgados cuando recibimos a Cristo, o son cultivados a través de nuestro caminar con Dios? La respuesta es ambas cosas. Normalmente, los dones espirituales nos son dados al momento de la salvación, pero también necesitan ser cultivados a través del crecimiento espiritual. ¿Puede un deseo de tu corazón aspirar y desarrollarse como un don espiritual? ¿Puedes buscar ciertos dones espirituales? 1 Corintios 12:31 parece indicar que esto es posible “Procurad, pues, los dones mejores...“ Puedes pedir a Dios un don espiritual y anhelarlo fervorosamente, esforzándote para desarrollar esa área. Al mismo tiempo, si no es la voluntad de Dios, no recibirás ese determinado don espiritual, sin importar cuán celosamente lo busques. Definitivamente Dios es sabio, y Él sabe con cuáles dones serás más productivo para Su reino.

No importa cuánto hayamos sido dotados con uno u otro don, todos somos llamados a desarrollar el número de áreas mencionadas en la lista de los dones espirituales,.... a ser hospitalarios, a mostrar actos de misericordia, a servir unos a otros, a evangelizar, etc. Mientras busquemos servirle por amor, con el propósito de edificar a otros para Su gloria, Él traerá gloria a Su nombre, crecerá Su iglesia, y nos recompensará (1 Corintios 3:5-8; 12:31 – 14:1). Dios promete que mientras nos deleitemos en Él, Él nos concederá las peticiones de nuestro corazón (Salmo 37:4-5). Esto seguramente incluye el prepararnos para servirle, de una manera que nos brinde propósito y satisfacción.

Got Questions Ministries

lunes, 17 de enero de 2011

CINCO PUNTOS DEL CALVINISMO - TULIP


Los cinco puntos del calvinismo son:

1.La Depravación total (o inhabilidad total) del hombre: Como consecuencia de la Caída del hombre, cada persona que nace en este mundo está esclavizada al servicio del pecado. Según este punto, las personas, por naturaleza, no están inclinadas a amar a Dios con todo su corazón, mente o fuerza, sino que están inclinadas a servir sus propios intereses sobre aquellos de su prójimo, y rechazan el señorío de Dios. Por esto, todas las personas, por sus propias facultades, son incapaces de escoger el seguir a Dios y ser salvos.
2.Elección incondicional: La elección de Dios desde la eternidad de aquellos a quienes Él traerá a Sí mismo no es basada en virtud prevista, mérito, o fe en dichas personas. Sino que está incondicionalmente fundada en la misericordia de Dios.
3.Expiación Limitada (o redención particular o expiación definida): La muerte de Cristo tuvo como propósito quitar la culpa de los pecados solamente de aquellos a quienes Dios escogió en su misericordia antes de la fundación del mundo y que posteriormente atraería a sí mismo. Se “limita” en quitar los pecados de los elegidos, mas no de los de la humanidad, y es “definida” y “particular” porque la expiación es segura para estas personas particulares.
4.Gracia Irresistible: La salvación de un ser humano se realiza en las tres personas de la Trinidad, el Padre Eligió a los que habrían de ser salvos, El Hijo llevó a cabo la redención y propiciación, el Espíritu Santo, llama y persevera a los santos. Esta llamada, cuando es efectuado por el Espíritu Santo, es eficaz, no puede ser resistido por la persona, que necesariamente llegará a la Fe en la obra Salvadora de Jesus.
5.Perseveración de los Santos: (Entiéndase Santos como aquellas personas que han adoptado la Fe en Jesucristo y por tanto son salvos) Aquella persona que ha sido llamada por el Espíritu Santo y que por ello es un verdadero creyente, nunca podrá abandonar la Fe. Esta doctrina es un resultado de la inmutabilidad del carácter de Dios y de su Omnipotencia, que al proponerse desde antes de la fundación del mundo tener misericordia para con una persona, El realizará su propósito sin falla. Por lo tanto un verdadero creyente no puede caer de la gracia, no puede perder la salvación.

sábado, 1 de enero de 2011

LA NECESIDAD DE COMPARTIR NUESTRA FE A TRAVÉS DEL EVANGELISMO PERSONAL


Introducción: Siempre me he preguntado el porqué Dios quiso usar instrumentos humanos para proclamar el mensaje glorioso del evangelio de la salvación. Cuando medito en cuán débiles e imperfectos somos los seres humanos, me quedo maravillado de que Dios haya escogido usar tales vasos de barro para la proclamación de tan glorioso mensaje. Creo que mientras viva en este mundo siempre será un misterio para mí la manera en la que el destino eterno de una persona puede ser totalmente cambiado a través del mensaje de un predicador que es respaldado por el Espíritu Santo y por una vida de santidad.

A veces pienso que hubiera sido mucho más fácil que el Señor hubiera encomendado la tarea de predicar el evangelio de salvación a los Ángeles. Estoy seguro que ellos podrían hacer un trabajo mucho mejor que nosotros y además, ellos no tienen los problemas y limitaciones que nosotros tenemos. Pero gracias a Dios que Él no pidió mi opinión, porque los seres humanos hubieran sido los últimos de mi lista. ¿Por qué Dios nos escogió a nosotros para ser los portadores del mensaje glorioso de la salvación? No lo sé y tal vez nunca lo sabré. Pero una cosa si sé: Que a Dios le plació usar vasos de barro, personas como ustedes y como yo para la salvación de los perdidos. Tal vez la respuesta más satisfactoria para mi es la que el apóstol Pablo expresa a los cristianos de Corinto (2 Corintios 4:5-7).

I.- ¿Por qué razón muchos creyentes no se atreven a compartir su fe con los incrédulos?
a)Pueden existir muchas razones, pero solo deseo mencionar una: 1) Porque muchos creyentes sienten que no se encuentran lo suficientemente capacitados para llevar a cabo dicha tarea.

b)Sin embargo, esta razón no es válida y mucho menos convincente debido a lo siguiente: Supongamos que alguien de ustedes se encuentra caminando por la calle y de repente escucha los gritos desesperados de una mujer. Volteas para ver cual es el problema y ves que ella te señala un edificio que se está quemando y desesperadamente te grita que su hijo más pequeño se encuentra adentro de dicho edificio. De inmediato te das cuenta que solo tienes escasos minutos antes de que esa casa quede completamente envuelta en llamas. Ante esta situación, ¿Qué harías? 1) ¿Te alejarías de allí argumentado que ese es problema de ella y que ese es su hijo y no el tuyo? O 2) ¿Tratarías de calmarla diciéndole que espere hasta que lleguen los bomberos? O ¿Arriesgarías tu propia vida al entrar al edificio con tal de rescatar a ese niño de una muerte segura? De las tres opciones, espero que hayas escogido la última.

c)Quiero decirles que un destino más terrible y desesperante que ese, les espera a todos aquellos que no han conocido a Jesucristo. Para tales personas el fuego no será temporal, sino eterno. Cuando nos damos cuenta de lo que verdaderamente está en juego, no podemos excusarnos de que no nos encontramos lo suficientemente preparados para rescatar las almas a través de compartirles el evangelio de salvación.

II.- La salvación de un alma es algo que solo Dios puede hacer.
a)La regeneración de un pecador muerto en sus delitos y pecados (Efesios 2:4,5), es solo la obra del Espíritu Santo. Jesucristo claramente establece también esta verdad en Juan 3:7,8.


b)La salvación es una obra de Dios de principio a fin y no hay nada que ustedes y yo podamos hacer para darle vida a una persona que se encuentra espiritualmente muerta (Juan 6:44,65).


c)Nuestro trabajo no es convertir a nadie. Nuestro trabajo es ser fieles en predicar la Palabra de Dios compartiendo el evangelio de salvación de la manera más clara y comprensible y dejarle el resultado al Señor.

d)Uno de mis héroes espirituales favoritos es Charles Spurgeon el “Príncipe de los predicadores” que vivió y murió en el siglo XIX, fue alguien quien comprendió claramente las dos verdades bíblicas: la soberanía de Dios en la salvación por un lado y la responsabilidad del hombre para creer al evangelio por el otro. Ambas verdades escriturales las predicaba con pasión y convicción. En uno de sus mensajes a los pastores dijo lo siguiente: “Ustedes saben –pues creen en el pecado original,- de qué manera Satanás ha cegado con gran eficacia las mentes de los impíos, de modo que por más sabia y persuasivamente que hablemos, nada sino un milagro puede convencer a los hombres muertos en pecados de la verdad de Dios. Solo un milagro de la gracia puede llevar a un hombre a recibir lo que tan completamente es opuesto a su naturaleza”.

e)El apóstol Pablo fue alguien quien también comprendió claramente la relación que existe entre la soberanía de Dios en la salvación y la responsabilidad del hombre de creer en el evangelio. En el capítulo 9 de Romanos nos habla con lujo de detalles de la soberanía de Dios en la salvación y en el capítulo 10 nos habla de la responsabilidad que tiene el ser humano de creer en el evangelio a través de nuestra predicación.

f)Jesucristo nos habla de esta importante relación en un solo versículo (Juan 6:37).

g)Nosotros también necesitamos tal balance en nuestra proclamación del evangelio: estar convencidos que solo Dios es el que da vida espiritual a los que Él ha escogido, pero que nuestro deber es predicar el evangelio a todos sin distinción de nadie tal como lo hizo el apóstol Pablo (Hechos 13:46-48).

III.- Los requisitos indispensables para un evangelismo efectivo: una vida de santidad práctica y de oración persistente.

1. Una vida de santidad práctica (Mateo 5:14-16).

a)Somos la luz de este mundo y nuestra luz debe resplandecer en medio de las tinieblas morales y espirituales en las que vivimos.

b)El cristiano que no vive una vida de santidad es una afrenta para la causa de Jesucristo.

c)El apóstol Pedro nos dice el porqué debemos vivir una vida de santidad (1Pedro 1:15,16).

2)Una vida de oración persistente (Lucas 11:5-10).

a)Aunque Dios es Soberano y tiene todas las cosas bajo control, aún así, Jesucristo nos manda a orar con gran persistencia como si las cosas dependieran de nosotros.

b)La oración persistente es la única que logra resultados tal y como Jesucristo lo menciona en esta parábola.

c)No podemos lograr que Dios cambie de opinión como algunos se encuentran enseñando (los Open Teistas por ejemplo), pero lo que sí podemos hacer es servir como sus instrumentos para que Él realice lo que se ha propuesto hacer.

d)Dios no solo ordena el fin, sino que también ordena los medios para ese fin. Y la oración persistente es un medio para ese fin.

Conclusión: Si deseamos ver a los perdidos salvarse y tener un avivamiento entre el pueblo de Dios, la respuesta es la oración y el evangelismo. Los grandes avivamientos que han tenido lugar en el pasado han llegado en respuesta a la oración fervorosa

Por Bautistas Reformados

VIDA Y OBRA DEL APOSTOL PABLO


San Pablo, que originalmente llevaba el nombre hebreo de Saulo, pertenecía a la tribu de Benjamín. Él nació en Tarso, capital de Cilicia (Asia Menor), que se destacaba, en aquel tiempo, por su academia griega y la cultura de sus habitantes. Siendo nativo de esta ciudad y descendiente de judíos liberados de la esclavitud romana, Pablo tenía los derechos del ciudadano romano. En Tarso, recibió su primera educación y allí mismo conoció la cultura pagana, ya que en sus prédicas y epístolas se hayan en claro el signo de haber conocido a los escritores paganos (Hch. 17:28; 1 Cor. 15:33; Tit. 1:12).

Su instrucción final la recibió en Jerusalén, en la famosa academia rabínica del renombrado maestro Gamaliel (Hch. 22:3) que era considerado un gran conocedor de la Ley a pesar de pertenecer a la fracción farisea. Era un librepensador (Hch. 5:34) y admirador de la sabiduría griega.

Aquí mismo, según la costumbre hebrea, el joven Saulo aprendió a construir carpas, lo que le ayudó más adelante, a ganarse el sustento con su propio trabajo (Hch. 18:3; 2 Cor. 11:8; 2 Tes. 3:8). Aparentemente, el joven Saulo se preparaba para ser rabino, ya que inmediatamente después de terminar su educación, se mostró celoso de las tradiciones fariseas y perseguidor de la fe cristiana. Posiblemente por la designación del Sanedrín, él fue testigo de la muerte del primer mártir Esteban (Hch. 7:57 -8:1) y luego recibió el poder oficial para perseguir a los cristianos hasta fuera de los límites de la Palestina y Damasco (Hch. 9:1-2).

El Señor, viendo en él al “cáliz para Sí mismo elegido,” en el camino a Damasco, y de una manera milagrosa, lo llamó al servicio apostólico. Durante ese viaje una luz intensa iluminó a Saulo y él cayó ciego a la tierra.

De la luz se escuchó una voz: “¿Saulo, Saulo, porque me persigues?” A la cual Saulo pregunta: “¿Quién eres?” El Señor respondió: “Yo soy Jesús, a quién tu persigues.”

El Señor le indicó ir a Damasco, dónde se le indicaría que hacer. Los acompañantes de Saulo escucharon la voz de Cristo, pero no vieron la luz. Llevándole de la mano a Damasco, el ciego Saulo fue instruido en la fe y al tercer día bautizado por Ananías. En el momento de sumergirse en el agua, Saulo volvió a ver. Desde ese tiempo él se hizo un esforzado predicador de la enseñanza, que anteriormente perseguía. Durante un tiempo fue a Arabia y luego volvió a Damasco para predicar acerca de Cristo.

El furor de los judíos indignados por su conversión a Cristo lo obligó a huir a Jerusalén (Hch. 9:23) en el año 38 d.C., donde se unió a la sociedad de los creyentes y conoció a los apóstoles. Por el atentado a su vida por los griegos, se fue a su ciudad natal, Tarso. De allí, cerca del año 43 d.C., él fue llamado por Bernabé para la prédica en Antioquía, y luego viajaron juntos a Jerusalén, trayendo ayuda a los indigentes (Hch. 11:30).

Poco después de su vuelta a Jerusalén, por mandato del Espíritu Santo, Saulo junto con Bernabé, comenzó su primer viaje apostólico, que duró desde el año 45 al 51 d.C., atravesando toda la Isla de Chipre. Al mismo tiempo convierte a la fe al procónsul Sergio Pablo y, desde ese tiempo, comienza a llamarse Pablo.

Durante el viaje misionero de Pablo y Bernabé fueron fundadas las comunidades cristianas en las ciudades de Asia menor: Pisidia; Antioquía; Iconio; Listra y Derbe. En el año 51 d.C., san Pablo participó del Concilio Apostólico en Jerusalén, donde se había rebelado fogosamente contra la obligatoriedad de los cristianos convertidos de los paganos de conservar las costumbres mosaicas.

Al volver a Antioquía, san Pablo, junto con Silas, hizo el segundo viaje apostólico. Primero visitó las iglesias de Asia Menor, previamente fundadas por él, luego pasó a Macedonia, donde fundó las comunidades de Filipos, Tesalónica y Berea. En Listra, san Pablo encontró a su discípulo predilecto Timoteo, y desde Troas continuó su viaje junto a él, el apóstol Lucas.

De Macedonia san Pablo pasó a Grecia donde predicó en Atenas y Corinto, permaneciendo en la última, un año y medio. Desde allí envió dos epístolas a los Tesalonicenses. El segundo viaje duró del año 51 al 54 d.C.

En el año 55 d.C., san Pablo fue a Jerusalén, visitando en el camino a Efeso y Cesarea, y desde Jerusalén llegó a Antioquía (Hch. cap. 17 y 18).

Después de una breve estadía en Antioquía san Pablo comenzó su tercer viaje apostólico (56-58 d.C.), visitando primero como era su costumbre, a las iglesias fundadas previamente, luego se quedó en Efeso, donde durante dos años predicó cada día en la escuela de Tyranno.

De allí escribió su epístola a los Gálatas (a causa de la exacerbación de la fracción judaica) y su primera epístola a los Corintios (a causa de los desordenes surgidos allí y en respuesta a la carta de los Corintios a él). Una insurrección popular contra el apóstol Pablo, dirigida por el orfebre Demetrio, obligó al apóstol a dejar Efeso e irse a Macedonia (Hch. 19). En el camino él recibió la carta de Tito sobre el estado de la iglesia de Corinto y la influencia benéfica de su epístola. Por esta razón mandó a los Corintios la segunda epístola desde Macedonia por intermedio de Tito. En poco tiempo, él llegó personalmente a Corinto y escribió desde allí su epístola a los Romanos, haciendo planes de ir a Jerusalén, pasando por Roma.

Después de despedirse en Melita de los presbíteros de Efeso, san Pablo llegó a Jerusalén, donde, a causa de un levantamiento popular contra él, fue arrestado por los romanos y puesto en prisión, primero por el procónsul Félix y luego por su sucesor Festo. Esto aconteció en el año 59 d.C.

En el año 61 d.C., san Pablo, como ciudadano romano y por su pedido, fue enviado a Roma para que lo juzgue el César. Tuvo un naufragio cerca de la Isla de Malta y llegó a Roma recién en el verano del 62 d.C. Los gobernantes romanos le tenían una gran consideración y pudo predicar libremente. Con esto termina el relato de su vida en el libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch. Cap. 27 y 28). Desde Roma san Pablo escribió sus epístolas a los Filipenses (con el agradecimiento por la ayuda monetaria enviada a él por Epafrodito), a los Colosenses, a los Efesios y a Filemón, habitante de Colosas (a causa de un esclavo fugitivo Onésimo). Estas cuatro epístolas fueron escritas en el año 63 d.C. y enviadas con Tichíco. También desde Roma en el año 64 ha sido escrita la epístola a los hebreos de Palestina.

Los destinos subsiguientes del apóstol Pablo no se conocen con exactitud. Algunos consideran que permaneció en Roma, y que por orden de Nerón, fue muerto como mártir en el año 64 d.C. Pero hay bases para pensar que luego de los dos años en prisión, le fue otorgada la libertad e hizo su cuarto viaje apostólico.

Esto indican las epístolas pastorales a Timoteo y Tito. Después de su defensa ante el Senado y el Emperador, san Pablo fue liberado y viajó al Oriente. Quedando largo tiempo en la isla de Creta, dejó allí a su discípulo Tito, para la consagración de los presbíteros en todas las ciudades (Tit. 1:5), lo que testifica asimismo, que él consagró a Tito como obispo de la iglesia de Creta.

Más tarde, en su epístola a Tito, el apóstol Pablo le instruye cómo cumplir las obligaciones de obispo. De esta epístola, se ve también, que él pensaba pasar el invierno del 64 d.C. en Nicópolis, cerca de Tarso (Tit. 3:12).

Durante la primavera del 65 d.C., visitó a las restantes iglesias de Asia Menor y en Mileto dejó a Trófimo enfermo. A causa de éste, se produjo el levantamiento de Jerusalén contra el apóstol, seguido de su primer arresto (2 Tim. 4:20). No se sabe si pasó por Efeso, ya que dijo que los presbíteros de Efeso no verán más su cara (Hch. 20:25). Pero aparentemente en este tiempo, consagró a Timoteo como obispo para Efeso.

Luego el apóstol pasó por Troas, donde en casa de Carpo, dejó su vestimenta sacerdotal y los libros religiosos (2 Tim. 4:13). Seguidamente, fue a Macedonia, allí se enteró de la intensificación de las herejías en Efeso y escribió su primera epístola a Timoteo. Permaneció algún tiempo en Corinto (2 Tim. 4:20) y encontrando por el camino a Pedro, juntos prosiguieron el camino por Dalmacia (Tim. 4:10) e Italia llegando hasta Roma, donde dejó a Pedro, continuando, ya en el 66 d C., más hacia Occidente y llegando posiblemente a España.

Después de volver a Roma, fue encarcelado por segunda vez y allí quedó hasta su muerte. Hay una leyenda que dice, que en Roma, él predicó hasta en la corte de Nerón y convirtió a la fe de Cristo, a la concubina preferida del Emperador. Por eso fue juzgado. Por la Gracia de Dios, como dice él mismo, se salvó de las mandíbulas de los leones, o sea, de ser devorado por las fieras en el circo, pero fue encarcelado (1 Tim. 4:16-17).

Durante su segundo encarcelamiento él escribió de Efeso la segunda epístola a Timoteo, invitándolo a Roma, para despedirse, ya que presentía su muerte cercana. La leyenda no dice, si tuvo tiempo Timoteo de ver a su maestro con vida, pero relata que el apóstol no esperó mucho tiempo su corona de mártir. Después de nueve meses de encarcelamiento, él fue muerto cerca de Roma por la espada — como ciudadano romano. Esto aconteció en el año 67 d.C. y en el duodécimo año del reinado de Nerón.

Observando la vida del apóstol Pablo en general, se ve que se divide abruptamente en dos partes. Una antes de su conversión a Cristo, siendo san Pablo en ese momento Saulo, un riguroso fariseo, cumplidor de la Ley de Moisés y de las tradiciones paternas. Pensaba justificarse por las obras de la ley y el celo hacia la fe de sus padres, la cual llegaba hasta el fanatismo. Después de su conversión, segundo momento, se hizo apóstol de Cristo, dedicado enteramente a la obra de la prédica evangélica. Feliz de su llamado, pero consiente de su debilidad para el cumplimiento de tan alto servicio y atribuyéndole todas sus obras y méritos a la bendición Divina.

Su vida antes de la conversión, sostenía el apóstol con profunda convicción, era un error y vivía en el pecado, lo cual no lo llevaba a la justificación, sino a la condenación y sólo la Gracia Divina lo sacó de esa profunda perdición.

Desde ese tiempo, el apóstol Pablo trata sólo de ser digno de la Gracia Divina y no faltar a su llamado. Por eso no hay y no puede haber discusión acerca de algunos méritos, todo es obra de Dios.

Siendo un fiel reflejo de su vida, toda la enseñanza de san Pablo, revelada en sus epístolas, sigue una idea básica: el hombre se justifica por la fe, independientemente de las obras de la ley (Rom. 3:28). Pero, no se debe sacar la conclusión como si el apóstol negara la importancia de las obras de bien (ver por ej. Gal. 6:4; Ef. 2:10; 1 Tim. 2:10 y otros).

Por las “obras de la Ley,” en sus epístolas, no se entienden las obras de bien en general, sino los actos ceremoniales de la Ley de Moisés. Hay que recordar que el apóstol Pablo tuvo que luchar mucho, durante su prédica, con los judíos y los cristianos judaizantes. Muchos de lo judíos, hasta después de su conversión al cristianismo, mantenían la idea, que para los cristianos es imprescindible un cuidadoso cumplimiento de las prescripciones ceremoniales de la Ley de Moisés. Ellos se seducían a sí mismos con la idea de que Cristo vino a la tierra para salvar sólo a los judíos. Por eso, los paganos que deseaban salvarse, debían aceptar la circuncisión y cumplir con todas las ceremonias judías.

Este error impedía tan fuertemente la difusión del cristianismo entre los paganos (gentiles), que los apóstoles tuvieron que llamar en el año 51 d.C. al Concilio de Jerusalén, que anuló la obligatoriedad ceremonial de los dictados de la Ley de Moisés para los cristianos. Pero hasta después del Concilio, muchos cristianos judaizantes, tercamente mantenían sus puntos de vista y luego, hasta se separaron de la Iglesia, formando una sociedad herética propia. Estos herejes actuaban contra el apóstol Pablo e introducían discordias en la vida de la Iglesia, aprovechando la ausencia del apóstol en tal o cual iglesia. Por eso, san Pablo tenía que subrayar continuamente, que Cristo es el Salvador de toda la humanidad — tanto judíos como gentiles, y que el hombre se salva no por el cumplimiento de las ceremonias de la ley, sino sólo con la fe en Cristo.

Desgraciadamente, esta idea Paulina fue tergiversada por Lutero y sus seguidores, los protestantes. Ellos afirmaban que el apóstol Pablo niega, en general, la importancia de las obras de bien para la salvación. Si esto fuese así, san Pablo no diría en la 1ª epístola a los Corintios que: “Y si tuviese profecías, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy” (1 Cor. 13:2), ya que el amor, se muestra, justamente, en las obras de bien.

Por Pedro Sergio Antonio Donoso Brant