lunes, 13 de enero de 2014
Desarrollo del Pacto de Gracia en la Historia
A.Adán: el pacto del principio (Génesis 3:14-19; Romanos 8:7, 20-22; 16:20; 1 Timoteo 2:15)
Las palabras de Dios a Adán, Eva y la serpiente inmediatamente después de la caída trajeron promesas y maldiciones que encuentran su culminación en Jesucristo. Como estas declaraciones definen las condiciones de la vida, se ha concluido correctamente que son la sustancia del pacto. La promesa central de este pacto (la destrucción de la serpiente y la herida de la simiente de la mujer) lo estable como un pacto de gracia. Las palabras de Dios declaran la naturaleza de la lucha que sucederá en la causa de traer al hombre a salvación. En el sudor de la frente del hombre, a través del dolor de parto, por la provisión de un solo Campeón, Dios alcanzará para el hombre absoluta redención. El propósito de todo este programa es la restauración del hombre al estado de comunión y bendición para el cual fue creado originalmente y del cual no puede caer (Juan 6:39).
B.Noé: El Pacto de Preservación (Gen.6:17-22; 8:20-22; 9:1-17)
Después del diluvio, Dios hizo un pacto con el hombre a través de Noé para preservar la tierra hasta que se completara la historia de redención. Esta preservación tiene como su meta primordial sostener y gobernar al mundo hasta alcanzar la completa redención. La gracia soberana de Dios se centra en, o escoge a, una sola familia que él salva del juicio destructivo del diluvio. Él sella su relación de gracia con ellos por la señal del arco iris. Después del diluvio, Dios declara que los descendientes de Noé serán bendecidos en Sem, sugiriendo que la redención vendría a través de esa línea familiar, y así brevemente esboza la historia del mundo. Está claro que la redención descansa solamente en la gracia divina y viene a través de la promesa.
C.Abraham: El Pacto de Promesa (Gen.15,17; Romanos 4; Galatas. 3)
Este pacto de promesa puede ser llamado en un sentido único a la luz de Romanos 4 y Gálatas 3. En este pacto, Dios adelanta su propósito de redención al escoger cierto pueblo (elección) y prometer darle vida eterna y dominio terrenal (Romanos 4:13). Estas promesas son expuestas en tipos como la promesa de tierra (Hebreos 11:8-10; 13-16; Romanos 4:13), una simiente (Romanos 4:9-12) y bendición a todas las naciones del mundo (Romanos 4:16-18, Gálatas 3).
D.Moisés: El Pacto de La Ley
Aunque es en cierto sentido inapropiado, éste ha sido llamado el pacto de la ley porque es aquí que la ley de Dios encuentra su completa expresión. Dios ahora forma al pueblo de Abraham en una nación al darle la tierra y la ley. En esto, él cumple la promesas tipológicas dadas a Abraham, Isaac y Jacob (Josué 21:43-45). Israel fue solidificada como una nación distintiva y consagrada como los sacerdotes de Dios (Ex.19:6). Los preceptos de la Ley eran expresiones positivas de la justicia eternal y la verdad, de la naturaleza de Dios (Salmo 19). Le enseñaban al pueblo los requerimientos de una vida santa, convenciéndolos así de pecado (el primer uso de la Ley, 1 Timoteo 1:8-11), incrementando su conocimiento de la necesidad de redención (el segundo uso, Romanos 7:7-11)y enfatizando el tipo de vida que se esperaba del santo pueblo de Dios (el tercer uso, Romanos 8:7-9; 13:8-10; Santiago 2:8-12). Este pacto manifiesta la promesa de redención a través de la gracia, tanto por medio de los tipos como mediante las profecías (Deuteronomio 30), No enseñaba que el hombre podía salvarse a sí mismo por medio de las buenas obras (Gálatas 2:15-16; 3:1).
E.David: El Pacto del Reino (2 Samuel. 7; Salmo 78:60-72; Mateo1:1; Lucas 1:32, 69; Juan 7:42; Hechos 2:29-36;13:23; Romanos 1:3; Hebreos 1:5)
En el pacto hecho a través de David, Dios transformó una nación que había escogido ser meramente un reino humano en un reino eterno donde Su trono dominaría para siempre (1 Samuel 6:5-9; 2 Samuel 7). Bajo David y Salomón, tenían una posesión más completa de la tierra y el reino de Dios se estableció tipológicamente en la tierra. Dios prometió establecer su reino para siempre sobre su pueblo a través de un descendiente de David. Al irse deshaciendo el reino, el pueblo de Dios comenzó a comprender mejor que había un camino mayor cuando vendría un ocupante más grande del trono de David. Este prometido (el Mesías) se sentaría en el trono de David para siempre y gobernaría la tierra en justicia (Hebreos1).
G.Cristo: El Nuevo Pacto (Deuteronomio 30:1-6; Ezequiel 36:22-27; 37:24-28; Jeremías. 31:31-34; 32:37-41; 33:14-26; Lucas 22:14-23; Hebreos 8, 10:15-18; Romanos 4:9-12; 9:6-8, 16, 25; Efesios 2:11-22; Colosenses 2:11-12)
El pecado de Israel eventualmente resultó en la expulsión del pueblo de la tierra prometida como Dios les había advertido en su pacto (Deuteronomio 28). Aunque Israel falló en sus responsabilidades pactuales, la promesa de redención para ellos y toda la humanidad no falló, puesto que reposaba en la gracia soberana de Dios. A través de Moisés y los profetas, Dios le dijo al pueblo que iba a establecer un Nuevo Pacto con ellos (Deuteronomio 30:1-6; Ezequiel 36:22-27; 37:24-28; Jeremías 31:31-34; 32:37-41; 33:14-26). Este Nuevo Pacto fue formalmente inaugurado por el Señor Jesucristo en lo que comúnmente se llama la Cena del Señor.
Cada uno de los pactos sucesivos con Adán, Noé, Abraham, Moisés y David encuentran su cumplimiento en el Nuevo Pacto en y a través de Jesucristo como se demuestra en las referencias del Nuevo Testamento bajo cada uno de los encabezamientos anteriores. El Antiguo Pacto, con sus profecías y sombras, ahora ha dado paso al Nuevo Pacto con su cumplimiento y realidad.
Jesús es esa simiente prometida de la mujer que derrotaría a Satanás. Él es la manera predicha por la cual la simiente de Abraham bendeciría a todas las naciones. Él es el único que ha obedecido la Ley de Dios perfectamente dada a través de Moisés y no está bajo condenación de la Ley. Él es el único sacrificio perfecto por el pecado por medio de quien todos los requerimientos de Dios para la restauración del hombre se cumplieron (Romanos 8:1-7).
Él es el cumplimiento, el tan esperado descendiente de David y ahora reina como el Cristo (Mesías o el ungido) sobre Su reino sentado en el trono prometido de Dios (Hechos 2:29-36). Como no creen en él, los judíos por descendencia natural han sido cortados y separados del pueblo de Dios. Los judíos que lo confiesan como su Salvador, junto con todos los gentiles que hacen la misma confesión, forman el verdadero Israel de Dios (Romanos 11:17-24; Gálatas 6:15-16), son participantes en el pacto de la promesa, miembros del estado libre de Israel, tienen esperanza y Dios en el mundo, miembros del la familia de Dios (Efesios 2:11-19). De esta manera, después de la venida de Cristo, la descendencia física ya no determina si uno es judío o no, sino que se decide por la naturaleza nueva de uno, si está o no circuncidado en el corazón (Romanos 2:27-29; Gálatas 2:15). Él es el recipiente de todas las promesas de Dios (Efesios 2:11-12: Romanos 15:9-10; 2 Corintios 1:20).
Aunque todas las promesas de Dios se cumplieron en Cristo, aun falta un cumplimiento mayor de esas promesas en los tiempos por venir. Cuando la obra de redención de Dios esté completa, el velo será removido y el presente reinado de Cristo se manifestará completamente (Hebreos 2:8, Filipenses 2:9-11). Entonces, Cristo entregará el reino a Dios el Padre para que Dios sea el todo en todo (1 Corintios 15:23-28).
DR. LEONARD J. COPPES
(Traducido por Mercedes Cordero y Carmen G. Villanueva)
Tomado de Iglesia reformada
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